Y PIENSO, Y SIENTO, MI RUISEÑOR...
Y pienso, mi noble ruiseñor,
no hay cosa que valga más que el amor,
quieren los niños, ama la flor,
quieren las damas, ama el señor.
Pide el cuerpo del mendigo a gritos, una caricia.
Busca el corazón solitario, una canción.
La vida misma nos muestra sus carencias,
cuando de pronto el cielo llora
sobre nuestra resignación.
Quiere y ama de verdad la niña.
Sueña con ansias locas, mi pasión.
El cura bajo su sotana, sueña un amorío
La monja mira con recelo un beso, desde su dolor.
Todos quieren amar, y pocos quieren sentir.
Unos sólo buscan a su cuerpo dar,
otros llenan el alma de vivir.
El mundo anhela grandes amores,
como el infante al pecho de su madre,
cuando le siente venir.
Ángel mío, ruiseñor de otra,
canta para mí desde tu lejanía,
para no sentirme de ti, tan sola.
Tu voz, es mi canción de cuna,
Tu presencia, es mi cantar,
Deseo verme en tu mirada,
para poder dentro de ti, estar.
Sabes que no importa tu juvenil hora
Ante mis números, y mi no tan largo camino.
A mí sólo me importa sentir,
Lo que siento sólo, cuando estás conmigo.
Ven, que creo poder respirar sin tu aliento,
eso es peor que el morir,
pues no quiero olvidar tu silencio,
cuando de pronto te aferrabas a mí.
Aman todos, sin importar su género.
Ama ella con ella, él con él, y todos, por sentir.
Si ama el niño a su doncella de novela,
¿Por qué yo no podría amarte a ti?
Los años poco incumben.
La vida es igual de tirana y sutil.
Si amó Edipo a su madre,
El pecado no es amar,
es sufrir.
Entonces, acércate para poder amarte bien.
Simplemente para dar dicha a mi vivir.
En mi planeta ama la señora al joven,
el señor a la colegiala, el niño a su amigo Luís,
ama el perro a su dueño, la rosa a su Principito,
Maritornes a su Quijote,
Dante a su Beatriz.
Aman todos, y nadie se queja,
más que de los prejuicios, y su mal existir.
Sólo quiero estar despierta,
Para poder en mi letargo mágico,
tus labios sentir.
Sentir, entiende eso,
El amor no es otra cosa
una coincidencia de dos,
que se ayudan al partir.
Y tu mano se quedó en la mía, ese día,
cuando queriendo, la tomaste al irte a tu jardín.
En tu hogar, tus rosas suelen esperarte
Al menos ellas tienen tanto de ti.
Tengo que fieramente conformarme
con lo que tomo, aun en tu ausencia,
para mi soledad, dormir.
Aman tantos, y aman tan pocos,
ya esto parece no tener sentido.
Lo único que veo tras éste sombrío lugar,
Son tus ojos, mientras cantas,
y mi corazón es testigo.
Ruiseñor.
Mi ángel.
Te echo de menos.
Y no sé cómo sentirlo.
NATALY DUARTE
"Las noches son distintas, no parece haber esperanza, tú, ya no estás..."